—La voz de la joven se fue apagando, y se veía tan absolutamente miserable, que Soleia tragó de vuelta la reprimenda que estaba amenazando con salir. No era su culpa por hacer suposiciones —en este pequeño pueblo, casi nadie sabía de su existencia a pesar de saber que el Duque Elsher se había casado con alguien.
—Y por cómo la había estado tratando Orión, nadie con un par de ojos en funcionamiento creería que ella era su amada esposa. Ese honor era para Elowyn, sin lugar a dudas.
—Está bien —suspiró Soleia en su lugar, intentando sonreír pero sin conseguirlo del todo—. No eres la primera persona que tiene esa impresión.
—La chica parecía aún más desdichada—. ¡Lo siento tanto! Yo… entiendo si quizás no quieres quedarte…
—Rafael no quería nada más que compartir una cama con Soleia, pero sabía que no podía ser él quien propusiera tal idea.