Hundió sus garras

Fue algo diminuto, pero el golpe que hizo al caer al suelo parecía resonar por toda la iglesia. Soleia se estremeció.

Hubo un breve momento de silencio incómodo mientras el pastor balbuceaba, preguntándose si debería pausar la ceremonia para que Soleia recogiera el accesorio caído, pero Soleia permaneció de pie, inmóvil, simplemente porque dudaba mucho de que pudiera recoger algo tan pequeño con gracia con su visión obstruida.

Sin mencionar que sus manos estaban ocupadas con ese pesado ramo. No era como si pudiera entregárselo a Orion.

Hablando de Orion, él no se había movido ni un centímetro para ofrecer su ayuda. Soleia entrecerró los ojos. Esto era... extraño.