La oleada de celos que atravesó el cuerpo de Soleia fue tan fuerte que casi se encontró retrocediendo ante las garras de la bestia verde. De repente, tuvo el impulso de arrancar ese estúpido anillo rojo del dedo de Evangeline mientras la lanzaba por un acantilado.
Luego se detuvo y se recompuso. Tal comportamiento vil era impropio de ella. Había soportado las tonterías de Elowyn― Evangeline era una simple infante comparada con el nivel de manipulación de Elowyn.
Pero Soleia aún no podía evitar el dolor pálido que se asentó en sus huesos ante las palabras de Evangeline. No era como si las indiscreciones de Ralph con las mujeres fueran un secreto. Incluso el Duque Kinsley lo había mencionado anteriormente.
Nunca sería el primer amor de Sir Ralph, simplemente porque no lo había conocido lo suficientemente temprano.