—¿Sabes qué? Tal vez deberíamos simplemente saltarnos hoy —dijo Rafael—. Aún no me siento cómodo poniéndote en la misma habitación con Raziel sin supervisión. Tal vez debería hacer que Oliver se quede en su lugar.
—¿Justo después de que tu padre nos felicitara por un trabajo bien hecho? —dijo Soleia con una risa.
Le pellizcó el estómago a Rafael, quien soltó un grito de sorpresa.
—No creo que sea una buena idea. Necesitamos que tu padre confíe en nosotros, y que confíe en que puedes ser un buen heredero al trono. Tú, por otro lado, necesitas toda la ayuda posible.
El Rey Recaldo comenzaba a poner a trabajar a su recién nombrado heredero. Con el título de príncipe heredero venían las responsabilidades de uno, incluyendo ser enviado como general a las fronteras del norte para sofocar una rebelión que había comenzado a surgir.