Dedicatoria.

Para mi dulce amor, aquel que tiene mi corazón entre sus manos, que lo cuida, lo acaricia y le entrega todo el amor que tiene para dar.

Para mi atento amor, aquel que me escucha atentamente, que mientras hablo mira mis ojos con dulzura como si no hubiera nada igual a ellos.

Para mi galante amor, aquel que me sonríe con coquetería, ese que tiene palabras complacientes cuando mi semblante es deprimente.

Para mi ingenioso amor, aquel que siempre encuentra un camino, una forma, un modo para superar las adversidades.

Para mi resistente amor, aquel que está herido con brusquedad, pero se levanta y le sonríe al mundo con su herida punzante.

Te amo mi amor, te amo con corazón, te amo con mi alma, te amo con dulzura, te amo con dolor, te amo en las buenas, te amo en las malas, te amo en las peores.

Te amo...

Te amo y lo diré mil veces hasta que me quede sin voz.

Te amo y me arrancaría el corazón para que tú vivas.

Te amo y estaría triste sin no veo tu sonrisa tierna.

Te amo y tomaría todo el dolor que sientes para mí.

Te amo con todo lo que compone mi ser y no dejaré de hacerlo hasta que tú me lo pidas, o hasta que mi corazón deje de palpitar y mi alma abandone mi cuerpo.

Porque tus ojos de miel no los encuentro en otros ojos, porque ese sentimiento romántico de amor no lo siento por nadie más que no seas tú.

Porque te amo tanto y te agradezco que hayas aparecido en mi vida.

Quiero quemarte en la llama de mi amor, quiero congelarme en tus brazos y estar eternamente contigo, hasta que Dios decida separarnos con el frío despido de la muerte.

—Blascone.