Diario del doctor Esteban Fuentes
Fragmento inicial
24 de abril de 2002
En todos los años que llevo en esta profesión nunca viví un caso tan extraño como el que les voy a relatar. Voy a dejar de lado la ética profesional, pues creo que es menester dar a conocer los hechos acaecidos que me tuvieron como principal involucrado, y que por tal motivo me llevan a dejar constancia por escrito de todo lo sucedido, en virtud de mi posible desaparición, a toda aquella persona dispuesta a conocer y a tratar de entender lo inexplicable para que saque sus propias conclusiones.
La mente humana, esa intrincada y sorprendente red de neuronas, prácticamente inexplorada, esconde en su interior secretos sorprendentes que, cuando algunos de ellos se nos revela, nos deja lleno de incredulidad por no poder dar una explicación lógica de su esencia, entonces, a aquellos que los manifiestan, los catalogamos de locos y simplemente le damos la espalda o los confinamos en manicomios.
Con mis cincuenta años recién cumplidos y veinticinco como psicólogo, supe ganarme una buena reputación entre mis colegas y mis pacientes, lo cual no garantiza que usted deba creer lo que le voy contar, pero sí dejar por sentado que esta historia no proviene de una mente alucinada ni enfermiza... al menos eso creo...