—Está bien, no hay problema, una vez que estemos en el valle de los cerdos de fuego, podremos ver a los demás y matarlos —dijo Long Shaoyu con una sonrisa amable.
Al ver esto, el chico con arco solo pudo mirar ferozmente a Chu Xin y enfurruñarse por su cuenta.
—Hermana, Papá dijo que hay muchos villanos afuera que secuestran niños. ¿Crees que parecen secuestradores de niños? —mientras Chu Chen masticaba la carne asada, tiró de la manga de Chu Xin con su grasienta manita rechoncha y susurró.
—Tampoco sé cómo lucen los secuestradores de niños —los ojos redondos de Chu Xin recorrieron al trío incluido Long Shaoyu y ella respondió en voz baja.
—Eso es cierto, nunca hemos visto uno.
—¿Deberíamos usar un Talismán de la Verdad para preguntar? —Chu Chen inclinó su cabecita, reflexionó por un momento y luego susurró.
—¡Buena idea! —los ojos de Chu Xin se iluminaron, y, fingiendo seriedad, se aclaró la garganta, lista para hablar.