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—¿No puedes ganar y llamas a tus padres? —Los Orgullos Celestiales quedaron momentáneamente atónitos al escuchar esto. Hasta ahora, en realidad habían estado bastante envidiosos de que estos jóvenes Santos Marciales pudieran convocar a luchadores poderosos, ya que no todos los poderes estarían dispuestos a enviar a un Santo Marcial Pico a su muerte.
Pero después del comentario de Chu Xin y dándole vueltas, en efecto se parecía a aquellos que no podían ganar por su cuenta y llamarían a sus padres para intimidar con mayor poder.
De repente, una traza de desdén apareció involuntariamente en los ojos de los Orgullos Celestiales.
—Vergüenza, vergüenza, vergüenza, tan grandotes y aún así llamando a los padres cuando no pueden ganar. Mi hermana y yo nunca hemos llamado a nuestros padres desde que pudimos caminar. Realmente no tienen vergüenza —se burló Chu Xin.
Chu Chen dibujaba círculos en sus regordetas mejillas con su índice regordete, sus redondos ojos también llenos de desdén.