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—Muy bien, eso es suficiente —Lei Wanjun reprimió el shock y la emoción en su corazón, y habló.
—¡Oh! —Chu Xin y Chu Chen asintieron con la cabeza y lanzaron simultáneamente las Bolas de Trueno en sus manos.
Con dos sonidos estruendosos, la plaza de pruebas volvió a presentar dos gigantescas fosas profundas. La boca de Lei Wanjun se retorció ligeramente, pero no lo tomó muy en serio y preguntó:
—¿Cuál es su origen? ¿Por qué han venido a la Secta del Trueno, y por qué no vinieron sus padres con ustedes?
—¿Qué es origen? —preguntó Chu Chen con curiosidad.
Chu Xin golpeó de manera habitual en la frente de Chu Chen, rodando los ojos mientras decía:
—Tonto... Hermano, origen significa de dónde vienes. Por eso deberías estudiar más diligentemente.
Lei Wanjun se sorprendió, pero la explicación parecía no tener problema.
—¡Ah! —Chu Chen de repente entendió, frotándose la frente y dijo con algo de insatisfacción—. Entonces, ¿por qué no me preguntó simplemente de dónde soy?