¡Rugido!
Wang Lanxi levantó la vista, y en medio de sus ojos llenos de matanza y destrucción, inesperadamente apareció un indicio de miedo.
Su cuerpo se tambaleó mientras esquivaba y se lanzaba hacia el grupo de Santos Marciales cercano de Longzhou.
Con las garras agitándose, mataba a cualquiera que veía, y nadie podía resistir un solo golpe de ella. Los que morían por su mano se convertían en cenizas instantáneamente.
¡Hum!
Dos pequeñas figuras aparecieron de la nada, miraron hacia Wang Lanxi no muy lejos, y sus pequeñas cejas se fruncieron ligeramente.
—¿Son esos dos niños problemáticos? —preguntó el Enviado Demonio de Sangre.
El Maestro Santo de la Secta de la Espada Dominante, entre otros, de repente cambiaron de expresión.
Habían preparado semejante emboscada precisamente para capturar a todos los que vinieran al rescate de una sola vez.