—No te preocupes, volveré pronto.
El anciano asintió, se giró para mirar a esos Orgullos Celestiales y les instruyó:
—Cuídalos bien. Si me entero de que los han estado acosando a mis espaldas, los incapacitaré yo mismo. Mientras no se escapen, denles lo que quieran. ¿Entendido?
—Sí, Anciano Bing.
Todos asintieron al unísono.
Originalmente habían planeado darles una lección a estos dos mocosos una vez que el anciano se fuera, para lavar la humillación de sus corazones. Ahora parecía que debían abandonar esa pequeña idea.
El anciano giró la cabeza para echar un vistazo a Chu Xin y Chu Chen antes de irse.
Chu Xin le lanzó una mirada fulminante a Chu Chen, luego se giró para saludar al anciano mientras se alejaba, gritando con su tierna voz:
—¡Abuelito, si mi abuela viene a buscarnos, tienes que dejarla entrar, ¿oíste?
—Está bien, no hay problema.
Una fría sonrisa apareció en los labios del anciano, pero el tono de su respuesta fue muy gentil.