—¿Quién?
El anciano de cabello plateado y la anciana de cabello rojo giraron la cabeza, sus ojos llenos de gravedad.
—Papá, es Papá quien viene.
Los grandes y redondos ojos de Chu Xin de repente se iluminaron, y su delicado rostro se llenó de una sonrisa feliz.
—Mi yerno ha venido. —Wang Lanxi también suspiró aliviada al escuchar esa voz.
—¿Ese bastardo ha venido? —Lu Jiu miró hacia el vacío distante, un brillo de molestia parpadeando en sus ojos, aún incapaz de dejar atrás la escena donde ese bastardo la obligó a ordeñarse a sí misma.
—El tío está aquí. Esos viejos malos están acabados —el pequeño cerdo aplaudió sus pequeñas manos, emocionado más allá de lo imaginable.
El tío era su ídolo más admirado. En su corazón, el tío era invencible, ya sea en Jiuzhou o en el Reino Divino.
—¿Quién es este? ¿Puede bloquear los Dominios Divinos de dos veteranos Soberanos Divinos con solo dos Lanzas Divinas formadas a partir de Poder Divino?