—¿Qué pasa? —Al escuchar esto, la expresión de Benjamin Myers se tensó y un momento de tensión pasó por sus ojos, usualmente serenos.
Esperanza Williams apretó los labios, bajó la mirada para organizar los expedientes médicos en sus manos y suspiró.
—¿No has sentido el valor de la ira de miles de chicas dispararse, a punto de venir y apuñalarme por desahogarse? —Esperanza Williams bromeó, haciendo un gesto de cortar la garganta, ante lo cual Benjamin Myers solo podía sonreír impotente—. No lo pienses demasiado, incluso entonces te protegería.
—... —Esperanza Williams parpadeó, sin saber cómo responder.
—Doctor Myers, después habrá una consulta posoperatoria, el jefe le pidió que viniera y diera algunos consejos.
—Está bien, ya voy —asintió Benjamin.
—Adelante, no hagas esperar a los pacientes. —Asegúrate de aplicar el medicamento —recordó Benjamin Myers.