—¿Quién, quién eres tú? —temblaba de miedo Joy Ward.
—El que te salvó —los labios del hombre se curvaron hacia arriba y el frío que emanaba de él se profundizó.
—¿Por qué me salvaste? —Joy Ward se acurrucó en la esquina; sus instintos le decían que este hombre no era una persona ordinaria, lo que la hacía temerlo subconscientemente aún más.
—Ah...
—¿Odias a Waylon Lewis? Solo salvó a Hope Williams, pero no a ti. Solo tiene a Hope Williams en su corazón; ¿la odias? —Joy Ward exclamó cuando el hombre la agarró por el cuello, acercando su cara a la de ella.
—Odio, por supuesto que odio, todo es culpa de esa perra, toda su culpa —la mención de esto endureció los ojos de Joy Ward; apretó los dientes con fuerza.
—¿Quieres venganza?
—Sí, ciertamente lo deseaba; soñaba todos los días con cómo matar a Hope Williams.
Esa perra siempre tenía tanta suerte, siempre se escabullía entre las grietas.
Todos la estaban ayudando, todos.
¿Cómo no iba a odiar?