Mia Fuller mantuvo cuidadosamente la cabeza baja, adoptando un comportamiento muy apologético —Abuelo Lewis, Hermano Waylon, Hermana Hope, lo siento. Realmente vine a disculparme sinceramente. Fue un error de mi parte ponerle la mano al niño antes, lo siento.
Mia se inclinó profundamente, llena de sinceridad.
Sin embargo, detrás de esta completa demostración de sinceridad, Hope Williams pudo ver la indignación, el resentimiento y la rabia apenas contenidos, una ira que parecía casi lista para desollar la piel y sacar los huesos en un intento de saciar el odio en su corazón.
Hope levantó la vista para encontrarse con la de Vivia Fuller, llena de desdén.
Con un leve parpadeo de sus párpados, Vivia parecía estar enviando un mensaje con su mirada: Solo espera.
Alexander Knox tenía razón; ninguna de las hermanas Fuller era alguien a quien se pudiera tomar a la ligera.