Vivia Fuller apretó sus manos con fuerza y gritó desesperadamente. Delilah Fuller, temiendo ser reconocida, se apresuró a detenerla.
Esperanza Williams corrió hacia la entrada de la sala de emergencia, donde se había reunido una gran multitud.
Gritos de auxilio y lamentos llenaban el aire, creando una atmósfera urgente.
Cuando Esperanza Williams llegó, la mujer embarazada aún estaba consciente, murmurando débilmente: «Salven a mi bebé... salven a mi bebé».
Esperanza Williams frunció profundamente el ceño.
La situación claramente parecía sombría.
Varios doctores habían realizado diagnósticos básicos; la mujer embarazada había roto aguas y estaba a punto de dar a luz a gemelos.