—La conversación entre Yang Fan y Ye Tong terminó en discordia una vez más.
No importaba cuán insignificante pareciera el rol nominal de la Madre Pequeña, Yang Fan aún no podía descartar su importancia.
Aunque su corazón estuviera inquieto y ansioso, sabía que había una línea que no podría cruzar superficialmente.
Podía entregarse a pensamientos salvajes en su mente, pero nunca podría dejar que esos pensamientos salvajes se convirtieran en intenciones reales.
Esa vez en el baño, la acción impulsiva de Yang Fan de irrumpir en la Madre Pequeña lo había hecho sentir incómodo por días, y ahora, apenas se atrevía a entretener esos pensamientos salvajes.
Lo que más inquietaba a Yang Fan era que la persona que sugería estas ideas era en realidad su cuñada.
Esta era la tercera estrategia que su cuñada había ideado para su salud.
—Juguetes, gastar dinero para resolver el asunto, recurrir a la Madre Pequeña para una solución.
Cada sugerencia era más escandalosa que la anterior.