—No te apresures tanto, déjame terminar lo que estoy diciendo —Yang Fan se rió.
—¡Sé exactamente lo que estás pensando, y eso es absolutamente imposible! —dijo Bai Mengzhu con mucha firmeza.
Sin embargo, Yang Fan de alguna manera sintió que su firmeza parecía más una defensa fingida.
Le dio la sensación muy clara de que ella había dejado algún margen para la negociación.
No obstante, Yang Fan no tenía planeado hacerle nada a Bai Mengzhu hoy; podía acomodarse por completo a su insistencia.
—Estás muy equivocada, solo encuentro tus medias muy sexys y quería tocarlas. Creo que puedes satisfacer esta pequeña petición mía, ¿verdad? —Yang Fan sonrió.
—¿Ah? Oh... Bueno, ¡haz lo que quieras! —Bai Mengzhu se puso instantáneamente avergonzada.
Sus mejillas estaban tan rojas que podrían haber sido usadas como un semáforo.
Estaban casi translúcidas por su rubor.
Yang Fan colocó su mano en el sedoso muslo de Bai Mengzhu y, mientras lo acariciaba, admiró: