Las palabras del Viejo Shen hicieron que un escalofrío recorriera la espalda de Yang Fan.
Si uno lo planteara de esa manera, parecía que el anciano había mostrado, de hecho, moderación.
No solo no podía guardar rencor, sino que parecía que también debía estar agradecido por la misericordia del hombre.
—Si te encuentras con personas así en el futuro, no actúes impulsivamente —instruyó el Viejo Shen con seriedad—. Si una persona así realmente decide matar a alguien, puede hacerte desaparecer sin dejar rastro. Ni siquiera tus huesos, ni tu alma, dejarían una pizca detrás.
Yang Fan escuchó atentamente las palabras del Viejo Shen.
En comparación con aquellos que podían montar un puesto en ese tipo de lugar, sus propias habilidades parecían realmente insignificantes.