Wang Daqiang no preguntó por qué Yang Fan tardó tanto en comprar alcohol, incluso más que su propio viaje al pueblo por víveres. Su falta de preguntas sumió a Yang Fan en la perplejidad.
Todas las explicaciones preparadas que tenía Yang Fan se volvieron innecesarias.
Ese es el problema con las personas honestas; simplemente no se dan cuenta de la necesidad de darles a otros una forma de salvar la cara.
No solo no preguntó, actuó como si entendiera todo, casi causando que Yang Fan sufriera una lesión interna de tanto contenerse.
—¿Sabes que ese aspecto tuyo está pidiendo una paliza? —dijo Yang Fan irritado mientras se sentaba en el sofá.
—¿Cómo está mi aspecto pidiendo una paliza? —esbozó Wang Daqiang una sonrisa irónica.
—¿Crees que me falta alguna pieza o algo? —preguntó Yang Fan.
Este tipo no hizo ni una pregunta, pero sus ojos estaban llenos de picardía, y lo estaba examinando tan obviamente que su intención no podía haber sido más clara.