Capitulo 45

Solía tener un amigo. Se llamaba Enkidu. Fue creado por los dioses para matarme. Pero, después de una larga lucha, nos hicimos amigos… mi único amigo.

"Hmm... estaba soñando", pensó Gilgamesh mientras despertaba.

—Mi rey, el muro del norte necesita muchos suministros...

Gilgamesh dio un golpe con la mano en el reposabrazos de su trono para silenciar a todos.

—Formen una fila y resolveré sus problemas.

—Siduri, el equipo de Fujimaru ya debería haber llegado a la localización del arma.

—Tch, malditos mestizos... ¿por qué tardan tanto? ¿Por qué no siguen el plan como deberían?

Mientras tanto, nosotros corríamos por el bosque siguiendo las instrucciones del doctor para llegar al Templo del Sol de Quetzalcóatl.

Merlín distraía a las aves emplumadas, enfrentándolas con su magia.

—Fujimaru, más adelante deberían ver el Templo del Sol —dijo el doctor.

—¿Más adelante? —repitió Fujimaru.

—Prepárense. Hay una gran señal mágica delante.

Tras atravesar los últimos árboles, llegamos a un claro rodeado por cuatro columnas de piedra. Frente a nosotros, se alzaba majestuoso el Templo del Sol.

—Quetzalcóatl —dijo Fujimaru al verla en la cima.

—¡Kuku! —exclamó también Jaguar al reconocerla.

—Bienvenidos a mi Templo del Sol —dijo Quetzalcóatl con una voz cálida y amable.

—Fujimaru... esto valió la pena. Mucho. Mucho —dijo emocionado.

—Qué gran bienvenida —comentó Da Vinci, quien acompañaba al doctor.

—¿Lo entiendes, Luciano? Tu objetivo está en la cima de ese templo.

—Esa es la Gran Piedra Sol, el Calendario Azteca. El segundo Fantasma Noble de Quetzalcóatl. Según los aztecas, ese monolito muestra el pasado, presente y futuro. En resumen, es la fuente de su poder.

—Entonces la destruiremos —respondió Fujimaru en mi lugar.

—Oh, así que se dieron cuenta —dijo Quetzalcóatl.

—Acepto cada reto, porque lo encuentro divertido. Me divierte entrometerme con los humanos de cualquier forma.

—¿Divertido molestarlos...? —murmuró Fujimaru, confundido.

—Sí. Yo los amo a todos. Así es. Los humanos dan propósito a nuestras vidas —respondió Quetzalcóatl mientras descendía lentamente de su templo.

—Si los humanos les dan propósito a sus vidas, ¿por qué los matas? —preguntó Fujimaru.

—Te equivocas. Propósito no es un pasatiempo. Es algo que debes tener para vivir, para ser tú —respondió Ishtar.

—Soy una deidad que no puede existir sin desafiar a los humanos. Encuentro alegría en su evolución, impulsada por la amenaza constante —decía Quetzalcóatl mientras bajaba los escalones.

—¿Y esa es tu verdadera naturaleza como deidad? —preguntó Ana.

—Sí. Por eso no tengo intención de matar humanos desde un principio. Si lo desean, siéntanse libres de huir de la amenaza real —añadió mientras apoyaba su arma en un escalón.

Sin previo aviso, dio un salto y se lanzó sobre Fujimaru. Mash apareció a su lado justo a tiempo, llevándoselo para esquivar el ataque. Los demás hicimos lo mismo.

—Es imposible razonar con ella —comenté mientras le disparaba.

Quetzalcóatl desvió los ataques con facilidad usando su arma.

—Podemos entretenernos los unos a los otros a través de la batalla —dijo mientras seguía bloqueando disparos.

—¡Kuku, eres despiadada! —exclamó Jaguar mientras se lanzaba al ataque junto a Ana.

Jaguar la atacó con estocadas y giros veloces con su lanza, pero Quetzalcóatl bloqueaba y esquivaba cada movimiento. Ana se unió rápidamente al ataque, lanzando cortes con su hoz, también detenidos por la deidad.

Entonces, Quetzalcóatl dio una voltereta hacia atrás, atrapó el arma de Jaguar y le dio una patada que lo lanzó por los aires. Ana intentó seguir atacando, pero su hoz fue bloqueada y recibió una patada que la arrojó contra una de las columnas.

Corrí tras ella y logré atraparla antes de que impactara.

—¿Estás bien? —le pregunté.

—Sí, no te preocupes —dijo, mientras la dejaba en el suelo con cuidado.

—Disfrutemos mucho más esta batalla —dijo Quetzalcóatl mientras se giraba hacia Fujimaru—. También te diviertes, ¿verdad? Último Master de la humanidad.

—Yo no lucho por esas cosas —respondió Fujimaru con firmeza.

—Realmente dices cosas extrañas... No peleas por odio, ¿verdad? Entonces, eso significa que conoces la alegría y emoción de comprenderse a través del combate —dijo Quetzalcóatl con una sonrisa.

—Te equivocas, pelear es solo parte del proceso —respondió Fujimaru.

—¿Entonces por qué luchas? ¿Para convertirte en un héroe después de salvarlos a todos? —preguntó Quetzalcóatl.

—Me da igual si me consideran un héroe. Lo único que me importa es si, después de la batalla, hay alegría.

—Oh, entonces necesitas superarme admirablemente —dijo Quetzalcóatl con una sonrisa mientras apuntaba a Fujimaru.

—¿Superarte...?

—Sí. Superarme y dirigirte hacia el Templo del Sol —respondió con firmeza. Entonces, lanzó su arma que cayó junto a Fujimaru mientras ella se crujía los nudillos—. Si me superas y destruyes el altar, ganas. Es un juego simple, ¿verdad? —añadió adoptando una postura de combate.

Quetzalcóatl se impulsó rápidamente contra Fujimaru, pero me interpuse en su camino, bloqueando el ataque al tomarle las manos.

—Fujimaru, déjamela a mí. Tú solo toma el arma y sube al templo.

—Bien, cuento contigo —dijo, alejándose—. Chicos, quédense con Luciano por si necesita apoyo.

—¡Sí! —respondieron todos al unísono.

—Oh, eres fuerte. ¿Cómo te llamas? —preguntó Quetzalcóatl con una gran sonrisa.

—Soy Luciano —respondí con una sonrisa similar.

Intentó darme una patada, pero aparecí en su espalda apoyándome sobre ella.

—Mis amigos están mirando... tendré que lucirme un poco —le susurré al oído mientras estiraba el cuello.

—¡Ja, ja, ja! Qué divertido —respondió intentando darme un codazo que esquivé agachándome. Rápidamente, le barrí las piernas, dejándola suspendida en el aire.

Me giré y le conecté un potente puñetazo que provocó una onda de choque, lanzándola por los aires. Luego aparecí detrás de ella, y con una patada la elevé aún más. Finalmente, surgí por encima suyo y descendí con una patada de hacha tras una voltereta, provocando que se estrellara contra el suelo.

—¡No pensaba que fuera tan fuerte! ¡Le ha conectado tres ataques muy poderosos a Kuku! —exclamó Jaguar con estrellas en los ojos.

—La verdad, yo tampoco lo sabía —comentó Ishtar, un poco menos preocupada.

—En realidad, solo está jugando. Cuando se enfada, da miedo… pero aún no lo he visto ponerse serio —dijo Ana mientras Mash asentía en silencio.

Mientras tanto, Fujimaru se acercaba a la torre. Al sentir el temblor, una gota de sudor le recorrió la frente.

—Qué par de monstruos... —pensó mientras se disponía a subir el primer escalón.

—¡Qué buena combinación! ¡Te doy cien puntos! —exclamó Quetzalcóatl con una sonrisa, viéndome aterrizar suavemente, sin hacer ruido ni dejar un cráter, sorprendiendo a todos.

—Tú también eres bastante divertida. Muchos no podrían resistir ni la mitad de la potencia de ese ataque —respondí riendo con ella—. Tengo una mejor idea: ¿qué tal si, si te venzo o te satisfago con este combate, te unes a nosotros? ¿Qué opinas?

[Quetzalcóatl +20] [20/100]

—Me parece bien, pero te advierto que eso no es nada fácil —dijo entre risas.

—Fujimaru, retrocede. Mash, protégelo. Este combate será algo destructivo —anuncié con una gran sonrisa. Mash apareció de inmediato junto a Fujimaru y se lo llevó con los demás.

—¿Qué tal si continuamos con el baile? —dije lanzándome hacia ella.

Quetzalcóatl me copió, también sonriendo con emoción. Nuestros puños chocaron, creando un cráter bajo nuestros pies.

Ella deshizo su puño derecho y me tomó del brazo. En un solo movimiento me levantó y me lanzó al aire. Intentó darme una patada, que bloqueé con el brazo, aunque la fuerza fue tanta que salí disparado a lo lejos.

Dando una voltereta en el aire, aterricé de pie.

—¡Qué buena combinación y pensamiento de combate! Te doy cien puntos yo también —dije apuntándola con el dedo.

[Quetzalcóatl +20] [40/100]

—¿Qué tal si subimos un poco más el nivel?

—Claro, será más divertido —respondió con entusiasmo.

Inmediatamente, rodeé mi cuerpo con rayos y, a gran velocidad, aparecí delante de Quetzalcóatl, conectándole un puñetazo que la mandó volando hacia el bosque, creando una gran brecha a su paso.

—¡Espléndido! ¡Qué gran potencia de ataque! Me estoy emocionando —gritó mientras explosiones de fuego aparecían a su alrededor por la euforia del combate.

—¡Vamos, Quetzalcóatl! Choquemos nuestros puños y almas hasta que solo quedemos uno —dije con una sonrisa tan loca como la suya.

Ella respondió con la misma intensidad. Yo simplemente sonreí mientras generaba aún más rayos a mi alrededor, haciendo que el aire mismo vibrara con la intensidad del poder eléctrico que me envolvía.

—¡Ese es el espíritu! —grité con fuerza, lanzándome otra vez a la batalla.

[Quetzalcóatl +30] [70/100]

Con un impulso que destrozó el suelo, llegué rápidamente hasta Quetzalcóatl y le conecté un puñetazo que la hizo volar hacia el bosque. Pero mi ataque no acabó allí.

La seguí dentro del bosque, golpeándola sin cesar mientras me impulsaba de árbol en árbol. Desde fuera, solo se podía ver un relámpago dorado moviéndose a gran velocidad entre las sombras del bosque.

—Son unos monstruos... No puedo seguir su velocidad —comentó Jaguar, intentando no perder de vista la pelea.

—Parece que se está divirtiendo —dijo la pequeña Ana con una sonrisa.

—Eso parece —respondieron Fujimaru y Mash al unísono.

—¿Desde cuándo saben que era tan fuerte? —preguntó Ishtar desde lo alto de su arco gigante.

—Ya te lo dijimos, fue cuando lanzó ese ataque contra Gorgona. El temblor que provocó fue impresionante.

—¿Espera, era cierto? —preguntó Ishtar, visiblemente sorprendida.

—Sí. ¿Por qué no lo creíste?

—Bueno, escuchar que un supuesto nuevo dios provocó semejante destrucción no es algo fácil de aceptar...

—Tienes razón —respondieron Mash y Fujimaru.

Mientras tanto, había creado un clon para entretener a Quetzalcóatl, dándome tiempo para formar unas garras de electricidad. Cuando el clon desapareció, la tomé por sorpresa, conectándole un zarpazo que la lanzó entre los árboles. A gran velocidad, aparecía y desaparecía a su alrededor, golpeándola una y otra vez. Finalmente, una última patada la elevó al cielo. Aparecí sobre ella.

—¡Garras Gemelas! —grité, trazando dos cortes descendentes que crearon profundos barrancos en el bosque. Su cuerpo impactó contra el suelo con un estruendo brutal, generando un gran cráter.

—¿Qué te parece si lo terminamos con un último ataque? —grité mientras la observaba desde las alturas.

—¡Claro! ¡Será muy divertido! —gritó ella, envolviendo su pierna en fuego y saltando para alcanzarme en el cielo.

—Ja, ja, ja... Me has divertido tanto con este combate que, como recompensa, te mostraré una de mis técnicas favoritas —dije con una sonrisa de locura, juntando los dedos.

Expansión de Dominio: Reino Absoluto del Vacío Celestial.Con un quiebre en la realidad, apareció un majestuoso templo detrás de mí.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué este silencio se siente tan incómodo? —pensaban todos los que observaban la batalla.

Pero de repente, millones de cortes explotaron desde el templo en todas direcciones, destruyendo todo a su paso. Eran tantos que parecían formar un tifón gigante.

—¡Agárrense! —gritó Mash, mientras tomaba a Fujimaru y clavaba su escudo en el suelo para resistir la onda de choque.

En ese momento, apareció Merlín, levantando una barrera mágica alrededor de todos.

—Qué ataque tan poderoso —dijo mientras mantenía la defensa con esfuerzo.

—Ni que lo digas —respondió Fujimaru.

—¿No crees que se está tomando la pelea demasiado en serio? —preguntó Ishtar.

—No. Déjalo divertirse. Es igual que Kuku: loco por las peleas. Lo supe cuando vi su sonrisa, es igual a la de ella cuando se emociona. Creo que esos dos se llevarán muy bien —respondió Jaguar.

Mientras tanto, Quetzalcóatl se abría paso hacia mí con su pierna aún envuelta en llamas, soportando millones de cortes que aparecían sin parar en su cuerpo.

—Ja, ja, ja... ¡Eres muy divertida! Déjame agradecerte por este combate tan emocionante.Déjame encender los fogones —dije mientras invocaba una llama entre mis manos, que poco a poco iba creciendo. Todo a nuestro alrededor comenzaba a derretirse por el calor combinado de nuestros fuegos.

Cuando terminé, tenía una flecha de fuego en mis manos apuntando hacia Quetzalcóatl. Ella, con su pierna ardiente, me lanzó una patada mientras gritaba:

¡Oh, llama! ¡Quema incluso a los dioses!

¡Fuga! —grité justo antes de que todo a nuestro alrededor fuera consumido por una explosión masiva de fuego que incluso alcanzó la barrera de Merlín.

—¡Maldición, qué fuego tan intenso! —dijo Merlín al ver cómo la barrera comenzaba a agrietarse.

La explosión fue tan poderosa que incluso despejó las nubes del cielo.

Al disiparse el fuego, ya no quedaba bosque. Yo permanecía de pie, aunque sin parte de mi ropa, observando a una Quetzalcóatl cubierta de graves quemaduras... pero que no dejaba de reír.

—Ja, ja, ja... ¡Ha sido el mejor combate que he tenido en mi vida! —dijo mientras me acercaba a ella y comenzaba a curarla con mi elemento de restauración.

[Quetzalcóatl +20] [90/100]

—¿Por qué me curas? —preguntó con un tono de sorpresa.

—Ya te lo dije. Te quiero como aliada. Además, sé que amas a la humanidad y no eres una mala persona —dije con una sonrisa capaz de derretir corazones.

Quetzalcóatl solo se sonrojó un poco y me abrazó con fuerza.

—Tú eres el indicado —susurró con una gran sonrisa mientras me rodeaba con sus brazos.

[Quetzalcóatl +10] [100/100]

—¿A qué te refieres? —pregunté un poco confundido.

—El indicado para tener mis crías —respondió con total naturalidad, sin borrar su sonrisa.

—¿Qué? Pero si acabamos de conocernos… Además, tengo varias novias. A casi todas las mujeres no les gusta compartir al mismo hombre —le dije con sinceridad.

—No te preocupes, la poligamia es natural entre los dioses. Después de todo, algunos tienen varias esposas, así que no me importa. Llevo mucho tiempo buscando una pareja digna. Quería a alguien que fuera amable, pero también que disfrutara las peleas, que tuviera un lado sádico cuando fuera necesario. Pero lo más importante… que fuera más fuerte que yo. Y tú cumples con todo eso.

—Bueno, Quetzalcóatl… Yo no tengo problema en aceptarte, pero tendrás que hablar con Ishtar. A ver si ella te acepta. Mis otras novias no tendrán problema, pero Ishtar es muy orgullosa. Solo aceptará a mujeres que considere dignas para compartir a su hombre, como ella misma dijo.

—No hay problema —dijo antes de besarme suavemente en los labios.

—Entonces, ponte esto —le dije mientras le ofrecía una prenda superior que acababa de crear.

Ella se la puso, yo la cargué en mi espalda y nos dirigimos hacia donde estaban los demás.

—Por cierto, ahora serás mi Master —dijo Quetzalcóatl, sonriente, desde mi espalda.

—Claro, no hay problema —respondí con una sonrisa que ella compartió.

Entonces, en mi Marca de Master apareció una serpiente emplumada alrededor del arco de Ishtar, indicando que el contrato había sido completado.

—Parece que por fin llegamos —dije al ver a nuestros compañeros.

—Chicos, adivinad quién ha aceptado unirse a nosotros —anuncié con entusiasmo.

—¡Qué bien! —dijo Mash, feliz por contar con más apoyo.

Los demás se acercaron y comenzaron a conversar con Quetzalcóatl, a quien le había recreado su ropa anterior. Fue entonces cuando noté a Ishtar, muy sonrojada y babeando al mirar mi cuerpo tonificado.

Le guiñé un ojo y se puso aún más roja, tanto que incluso empezó a salirle humo por las orejas.

Me puse la camiseta con calma, mientras veía cómo Quetzalcóatl le pedía a Jaguar que fuera a buscar las aves emplumadas para transportar el gran hacha divina. Al principio se negó, pero tras una amenaza de Quetzalcóatl, salió corriendo, algo que nos hizo reír a todos.

Más tarde, me encontré sentado sobre un tronco, vigilando que no pasara nada mientras los demás dormían.

—Chicas, aún no es hora del cambio de guardia —dije con una sonrisa, mirando a Quetzalcóatl e Ishtar.

Ambas se sentaron a mis lados.

—Luciano, he aceptado a Quetzalcóatl —me dijo Ishtar.

—Pero este es tu castigo por coquetear durante las peleas —añadió, pellizcándome la mejilla.

Fingí que me dolía.

—Oye, no es mi culpa ser tan sexy y además buena persona —dije mientras las abrazaba a ambas.

Después de eso, charlamos durante toda la noche. Quetzalcóatl fue la primera en quedarse dormida, pero Ishtar se quedó un rato más conmigo.

—Luciano, ¿por qué no duermes? Llevas mucho tiempo sin descansar —me dijo señalándome con el dedo.

—No me hace falta, pero la verdad es que un poco de descanso no me vendría mal.

Entonces se sentó y me dejó apoyar la cabeza sobre sus piernas. Poco a poco, me fui quedando dormido.

—Aunque seas un dios, todavía necesitas descansar —dijo una voz femenina.

Era una diosa de cabello rubio, ojos rojos, vestida de negro con una capa roja. Ereshkigal.

Es cierto… si no recuerdo mal, Ereshkigal podía poseer a Ishtar durante las noches, pensé antes de quedarme dormido.

—Tú solo descansa. Yo te protegeré —susurró Ereshkigal.

[Ereshkigal 100/100]

—¡Bien! Estamos cerca de Uruk —dijo un animado Fujimaru tras un sueño reparador.

—Pareces lleno de energía —comentó Mash.

—Sí, dormí muy bien anoche en el campamento gracias a las camas que creó Luciano.

—No es nada —respondí riendo.

—Creo que el rey nos dará una buena recompensa. Después de todo, conseguimos a una diosa y el arma —añadió Merlín.

—Estoy ansiosa por conocer al rey —dijo Quetzalcóatl.

—Un momento… ¿esa no es Siduri? —pregunté al verla corriendo desde Uruk hacia nosotros.

—¿Qué sucede, Siduri? —preguntó Fujimaru, atrapándola con cuidado.

—¡Es algo terrible! —exclamó ella, jadeando.

—¿Qué ha pasado? —pregunté, ahora preocupado.

—Le ocurrió algo al rey Gilgamesh…

Continuará...