Capitulo 10: Cienpies

Una figura que portaba una sonrisa de oreja a oreja y vestía un uniforme militar estaba parada frente a una casa vieja de dos pisos, pintada de blanco y azul.

Habían pocos edificios alrededor y en general, parecía un sitio abandonado.

A espaldas de la figura estaba un ejército de cientos de soldado marchando.

La figura se volteó y dio una orden en voz alta:

"¡Atención! ¡busquen por los alrededores este objeto!"

Una proyección ilusoria se materializó frente a la figura y mostró un objeto metálico con forma de cienpies pero que tenía la cabeza de una langosta.

Los soldados se esfumaron en una cortina de humo negro y la figura simuló la acción de agarrar un objeto: sacó una silla, una tetera y una taza de café del aire.

Sirvió el líquido verde de la tetera en la taza y se sentó en la silla mientras esperaba.

...

Dentro de la vieja casa, en el segundo piso, una mujer mayor vestida con una bata azul, se encontraba dormida, recostada sobre su cama. Había una máquina a su costado que le checaba su ritmo cardíaco y estaba conectada por mangueras intravenosas. La mujer tenía puesta una máscara que le proporcionaba oxígeno.

No se percataba de todo el ruido que había afuera de la casa.

...

Después de un tiempo indefinido, los soldados regresaron nuevamente por una cortina del humo negro, uno de ellos tenía sobre sus manos al objeto con forma de cienpies.

La figura se levantó de la silla y un destello de perversión brilló en sus ojos.

Agarró el objeto y de sus manos emano un espeso humo verde pestilente, el objeto pareció retorcerse y cobrar vida. Ahora, se convirtió en un ser vivo.

La figura se metió el insecto a la boca y lo tragó, mientras volvía a dirigirse a sus soldados.

"Muy bien, escuchen todos. Sé que han estado trabajando muy duro estos últimos días, así que les doy permiso de descansar, aunque sea por un corto periodo de tiempo."

Los soldados se volvieron a esfumar y una luz roja brilló de la figura con el uniforme militar, absorbiendo todo el humo negro que había.

La figura volvió a dirigir su atención a la casa vieja y empezó a caminar en dirección a ella.

Abrió la vieja puerta de madera con un chirrido y vio lo que había dentro.

Muebles viejos puestos en un orden cuidadoso, cuadros que retraban lo que parecía ser una madre y su hijo pequeño y a un perro gruñendole, puesto en guardia y a la vez asustado.

Los ojos de la figura recorrieron rápidamente todo el interior antes de entrar.

Se acercó al perro cuidadosamente y le dijo en voz suave: "no te preocupes, hoy no vengo por ti. Pero si te atreves a ladrarme, terminarás de esta forma."

Vomitó el cienpies de su boca y lo volvió a meter, partiendolo de un mordisco mientras mientras líquido amarillento brotaba del insecto.

El perro se puso aún más asustado y dejó de gruñir, ahora emitiendo chillidos.

"Buen chico, puedes irte." Le dijo todavía en voz suave la figura al animal.

El perro rápidamente salió corriendo de la casa, partiendo hacia una dirección desconocida.

La figura lo observó mientras se iba, escupió la parte del insecto que tenía en su boca e hizo un gesto con sus manos, juntando las dos palmas y apretandolas con una fuerza sorprendente.

La parte que mordió del cienpies se unificó con la otra parte y volvió a su estado original.

La figura volvió a tragarse el insecto y se dirigió al segundo piso de la casa.

Abrió la puerta de una de las habitaciones y dirigió su mirada directamente a la parte central de la habitación, donde estaba recostada la mujer mayor.

Miró las máquinas que estaban conectadas con la mujer y una mirada de compasión fingida se formó en su rostro.

"Pobre vida desamparada, pronto se terminará tu miseria." Le susurró en el oído la figura a la mujer.

Se acercó lentamente, con el cienpies en su mano.

La maquina detectó que las pulsaciones de su ritmo cardíaco se estaban elevando de manera preocupante.

La figura notó esto pero lo ignoró, con una de sus manos abrió la boca de la mujer y dejó caer el insecto.

Las pulsaciones de la máquina estaban casi al tope cuando pasó esto, pero no llegó al limite y lentamente se fue estabilizando.

La figura pareció ponerse feliz y acarició la cabeza de la mujer antes de retirarse de la habitación.

Un aura repulsiva empezó a filtrarse de dicho espacio.