—¡Boom!
Cuando las dos puertas de hierro cayeron, fusionando las dos jaulas de hierro en una, las gradas de los espectadores estallaron en caos. La enloquecida audiencia, con los ojos llenos de locura, soltaba rugidos salvajes y bestiales.
Parecían haber tomado la dosis más alta de estimulantes, con sus caras grotescamente retorcidas en un estado de excitación extrema, sus ojos llenos solo de pensamientos de matanza, sangre y muerte.
Estas personas, normalmente bien vestidas, habían desatado sus más salvajes instintos animalísticos en este entorno, transformando todas las presiones negativas que enfrentaban regularmente en rugidos frenéticos de liberación.
Y mientras la multitud rugía como un tsunami, los ojos del oso negro brillaban con un destello sediento de sangre mientras se erguía sobre sus patas traseras y dejaba escapar un rugido como un trueno.
—¡Toda la plataforma parecía temblar!