En la oficina de Leng Ruobing, había una pequeña sala de reuniones llena de muchos de los ejecutivos de la compañía que estaban discutiendo fervientemente los detalles de la próxima aventura en el Sureste Asiático, argumentando intensamente entre ellos.
Leng Ruobing estaba sentada en la cabecera de la mesa, observando con satisfacción la escena. Este era el tipo de atmósfera que quería en la compañía, donde todos pudieran hablar libremente, compartiendo sus pensamientos y sugerencias más genuinos.
Si fuera una compañía decadente donde los subordinados simplemente repitieran lo que los líderes decían, entonces tal compañía no tendría razón de existir, condenada a continuar su declive.
Justo cuando la discusión estaba alcanzando su punto más álgido, Xiao Zheng empujó la puerta y entró. De repente, la discusión se detuvo y todas las miradas se dirigieron a Xiao Zheng, algunas bastante descontentas.