—¿Jugando este truco conmigo? —espetó Xiao Zheng con desdén.
Naturalmente, podía ver que esta carta era una amenaza de Hozon, insinuando que tenían un control completo sobre su paradero y que podían atacar cuando quisieran. ¡Podían arrebatarle a la mujer que estaba a su lado cuando les diera la gana!
Sin embargo, ¿cómo podría el Dios Malvado temer tal amenaza?
Xiao Zheng había pasado por innumerables pruebas y tribulaciones; esta no era la primera vez que se encontraba en tal situación. Ya había tenido todo esto en cuenta antes de siquiera entrar en el Sureste Asiático.
El hotel de cinco estrellas donde se hospedaba Leng Ruobing ya había sido cercado por las densas fuerzas de la Red del Cielo. ¡Ni siquiera una división acorazada podría esperar dañar a Leng Ruobing en lo más mínimo!
—Je je, ya que quieres jugar conmigo, entonces me complaceré en tu juego —los ojos de Xiao Zheng brillaron con una luz fría.