Xiao Zheng rápidamente encontró un punto ciego para esconderse con Leng Ruobing. En este lugar, el francotirador ya no podría apuntarles.
Leng Ruobing también estaba aterrorizada en ese momento, su cuerpo temblaba incontrolablemente. Xiao Zheng la sostuvo y dijo en voz profunda:
—No te preocupes, conmigo aquí, no te pasará nada.
La voz de Xiao Zheng llevaba un escalofrío, inculcando una sensación de poder y confianza, una certeza que por alguna razón calmó el corazón de Leng Ruobing.
—¿Qué diablos está pasando aquí? —Leng Ruobing no pudo evitar preguntar en voz baja.
¡Era demasiado impactante escuchar que había ocurrido un tiroteo en una conferencia de joyas tan grandiosa!
—Estos pequeños países del Sureste Asiático son muy caóticos, con varias pandillas. Probablemente están peleando o asesinando a alguien —respondió casualmente Xiao Zheng.
Por supuesto, no podía dejar que Leng Ruobing supiera la situación real.
—Hmm. —Leng Ruobing no continuó indagando.