Xiao Zheng se acercó a Annie.
En este momento, Annie yacía en el suelo, completamente agotada de fuerzas. El movimiento de Xiao Zheng era demasiado aterrador; simplemente no podía resistirlo.
Mientras observaba acercarse al inexpresivo Xiao Zheng, el miedo centelleaba en sus ojos, y su voz temblaba —Tú... no me mates, aún puedo serte útil.
Annie sabía que no tenía fuerzas para resistir; su única oportunidad de sobrevivir era suplicar misericordia. Naturalmente, haría cualquier cosa para vivir.
—¿Oh? —Al oír esto, la sonrisa de Xiao Zheng no estaba ni aquí ni allá.
Viendo esto, Annie pensó que vio un destello de esperanza y dijo apresuradamente —Hozon ha huido, ¿no es así? ¡Puedo ayudarte a encontrar a Hozon! —Mi Hacha Divina es una fuerza suprema en el país T. ¡Con solo una orden mía, será toda tuya! —Y yo... —continuó Annie, con un rubor subiendo por sus mejillas mientras miraba seductoramente a Xiao Zheng con sus grandes y llorosos ojos—, ¡también seré tuya!