—¿Qué pasa? ¿No te ibas? Pues vete, ¿no? —preguntó.
—Jeje, hermano mayor, ¡todo es un malentendido! Solo estábamos jugando contigo para ver si realmente eras sincero —dijo con una sonrisa.
Zhang Lei sonrió tímidamente, sus palabras astutas fluyendo sin esfuerzo.
—Chica, no me mires así, que me pongo tímido. ¿Tengo flores en la cara o qué? —Xiao Zheng sonrió con despreocupación y miró de reojo a Wang Weiwei, sonriendo traviesamente.
—Jeje, señor Xiao, de verdad que es muy gracioso. ¡Parece un caballero refinado, un verdadero hombre! —Wang Weiwei dejó su actitud altiva, su rostro ansioso por complacer, temiendo decir algo incorrecto.
Maldita sea, era solo una llave de coche. Hace un momento era un perdedor pobre, y ahora de repente es un verdadero hombre. El ritmo del cambio era bastante rápido; Xiao Zheng estaba algo impresionado por ellos.
—¿Un verdadero hombre, eh? Entonces podrías pasar la noche conmigo —propuso.