—Bang... pu
Debido a la fuerza excesiva, el Presidente Zhang, sorprendido, cayó al suelo, escupiendo un bocado de sangre fresca, su complexión se volvió inmediatamente pálida.
—Hermano Xiao... wuu wuu wuu, ¡tengo tanto miedo!
Shen Jiayi, con lágrimas cayendo por su rostro como flores de peral en la lluvia, parecía haber encontrado un salvavidas el momento en que vio a Xiao Zheng, y se lanzó a sus brazos como un pájaro regresando a su nido, acurrucándose más como si buscara un refugio seguro.
—No tengas miedo, hermanita Jiayi, Hermano Xiao está aquí, ¡no sufrirás ningún daño!
Xiao Zheng sostuvo a Shen Jiayi con fuerza, su barbilla descansando en su frente, acariciando su espalda suavemente, consolando con una voz suave.
Luego, girando la cabeza para mirar al Presidente Zhang, su rostro se volvió aterradoramente feroz, como un diablo encarnado.