—¿¡Aria?!? —La aguda e incrédula voz hizo que el corazón de Aria se desplomara.
Sentada en el borde de la cama, enredada en sábanas de seda caras, estaba nada menos que Selene Valtoria—su arrogante, mimada e insoportable compañera de cuarto de la academia.
—Oh. Dios. Mío.
—¿La persona con la que Darius acababa de... haber tenido sexo... era Selene? —Su mente daba vueltas.
Aria sintió que todo su cuerpo se ponía rígido. De todas las personas... ¿por qué tenía que ser ella?
Su mirada se desvió hacia el lado, donde Darius estaba sentado, su camisa colgando holgadamente de su cuerpo tonificado, su expresión ilegible—excepto por la peligrosa diversión bailando en sus ojos dorados.
—¿Selene conocía a Darío? —Una realización la golpeó como un rayo.
—La razón por la que Darius había estado observando a Selene el otro día... la manera en que Selene había desaparecido anoche solo para reaparecer aquí, en su cama... —Estaban involucrados.
—Oh, mierda.