Capítulo 55

Me quedé en mi habitación solo, pensando en todo lo que había ocurrido. Mi mente estaba llena de pensamientos sobre la voz misteriosa, las aterradoras figuras de humo y lo que podría suceder después. Antes de darme cuenta, el agotamiento se apoderó de mí, y me quedé dormido, aún sentado en el suelo.

La mañana siguiente, un fuerte golpe me despertó. Me levanté aturdido del frío suelo, tratando de sacudirme el sueño. Justo cuando recuperaba mis sentidos, hubo otro golpe, mucho más fuerte esta vez. Me sobresaltó e impulsó a tomar acción, y corrí a la puerta, aún medio dormido.

Cuando la abrí, me recibió una mujer en sus últimos treinta, de pie frente a mí. Su expresión era severa, y pude decir que no estaba aquí para una charla amistosa.

—Buenos días —murmuré, frotándome los ojos y aún intentando despertar.

—¿Eres Kimberly? —preguntó, su voz tan afilada como su mirada penetrante.

Asentí, sintiéndome un poco intimidado.