Kimberly entrecerró los ojos ante el deslumbrante resplandor que la rodeaba. La luz estaba en todas partes—arriba, abajo, alrededor—y sin embargo no quemaba.
Se sentía como si la estuviera arrastrando hacia algo. Mientras avanzaba con cautela, sus pies se movían silenciosamente sobre la superficie invisible debajo de ella.
Voces resonaban en la distancia, un zumbido melódico pero inquietante que resonaba profundamente en su pecho.
Ella hizo un esfuerzo por escuchar, su curiosidad superando su confusión.
—¿Qué es este lugar? ¿Por qué se siente como... hogar y sin embargo completamente ajeno?
Continuó caminando, sus movimientos vacilantes pero decididos. Lentamente, el sonido se volvió más claro.
No era solo ruido aleatorio—era un canto rítmico. Palabras que no lograba entender parecían elevarse y caer en armonía.
Siguió el sonido hasta que llegó a lo que parecía ser el borde de la luz, donde se separaba, revelando un encuentro circular.