La casa suprema de la manada zumbaba con anticipación mientras los alfas de todas partes llegaban para la reunión urgente.
El aire estaba cargado de tensión, curiosidad y rivalidades no pronunciadas.
Alfa Theo y Alfa Derrick, las dos figuras más prominentes, fueron los últimos en llegar, sus entradas casi simultáneas.
Sus ojos se cruzaron brevemente, una silenciosa batalla de voluntades se intercambiaron, antes de que ambos se movieran para tomar sus respectivos asientos.
La mesa redonda brillaba bajo la luz de la luna que entraba por las grandes ventanas, y en su centro estaba el sumo sacerdote, envuelto en ropas ceremoniales de plata y oro.
Su presencia exigía respeto, y al levantar sus manos, los murmullos cesaron, dejando solo un silencio tenso.
—Saludos a todos los presentes aquí, y disculpas por el corto aviso sobre la reprogramación de la hora de la reunión —comenzó el sumo sacerdote, su profunda voz resonando a través del salón.