Capítulo 164

Al día siguiente, Kimberly se sentó con las piernas cruzadas en el centro del templo, rodeada de los ancianos.

Sus ropas susurraban contra el suelo de piedra mientras se acomodaban en sus lugares.

El aire estaba cargado con el aroma de hierbas quemadas, y el leve zumbido de cánticos distantes resonaba a través de la cámara.

El líder de los ancianos, un hombre con penetrantes ojos plateados, estudió a Kimberly con una mirada entendida. Su voz era tranquila pero firme cuando finalmente habló.

—Kimberly, tu entrenamiento está progresando más rápido de lo esperado, y estamos complacidos con tu crecimiento.

Sin embargo, antes de continuar con las lecciones de hoy, necesitamos escuchar de ti.

—¿Qué has aprendido? ¿Qué has experimentado hasta ahora? —preguntó.

Kimberly inhaló profundamente, reuniendo sus pensamientos. Había pasado por tanto en tan poco tiempo.

El peso de la responsabilidad la oprimía, pero sabía que no podía flaquear.