Elena caminaba apresuradamente por los pasillos poco iluminados que conducían a las habitaciones de las criadas.
Su corazón latía fuertemente en su pecho, pero su rostro permanecía imperturbable.
No tenía tiempo que perder.
Dentro de una de las pequeñas habitaciones, Mohandria, Kaitlyn y Lisa se sentaban ansiosas, esperando. La tensión en el aire era densa, cada una de ellas presintiendo que algo estaba mal.
Luego, un golpe en la puerta.
Mohandria se levantó de un salto y se apresuró a abrirla. En el momento en que vio a Elena parada allí, contuvo la respiración.
Las tres damas inclinaron ligeramente sus cabezas en saludo.
Elena no perdió ni un segundo. —Las tres me seguirán ahora mismo. Tenemos algo importante que hacer.
Su voz era tranquila pero urgente.
Las tres criadas intercambiaron miradas nerviosas.
—Señora Elena, por favor —finalmente habló Mohandria, con tono cuidadoso—. ¿Podemos saber a dónde vamos?
Elena dudó.