El líder abisal no tenía planeado huir más.
Un movimiento en la oscuridad hizo que Zhao se tensara. Sus plumas, manchadas de sangre púrpura, brillaban débilmente mientras se preparaba para otro enfrentamiento.
La figura que emergió de las sombras era una aberración blanca como el hueso, pero las venas púrpura pulsaban bajo su superficie como enfermizos ríos de corrupción, cada latido enviando ondas a través de su carne antinatural.
—Impresionado, Cazador? —las palabras resonaban de manera distorsionada desde la criatura, sus tentáculos ondulaban como si tuvieran vida propia mientras la luz de la luna revelaba su verdadera forma en todo su horrorífico esplendor.
Cientos de tentáculos emergían de su cuerpo. Pero lo que captó la atención de Zhao fue el rostro, o mejor dicho, los rostros.