Las setas en su cabello pulsaron débilmente en alerta.
—¿Quién es? —preguntó, su voz dejaba entrever algo de su agotamiento tras la intensa sesión de cultivo.
—Eso no importa —contestó una voz femenina desde el otro lado—. ¿Podrías abrir un momento?
Ren miró rápidamente alrededor de la habitación. Los contenedores estaban sellados, las Pieles de Acechador de las Sombras guardadas, área de trabajo desmontada. Pero el olor... una mezcla de hongos venenosos y tejidos descomponiéndose aún impregnaba el aire pesadamente.
—¿Quién eres? —insistió, ganando tiempo mientras consideraba abrir una ventana para clarificar los olores sospechosos.
—Solo tomará un momento.
—Es... es muy tarde y no estoy presentable —respondió Ren, con su mente exhausta intentando procesar la situación—. ¿Podría ser mañana?
Hubo una pausa, apenas un latido...
El tono cambió.
—Abre la puerta, hongo —la voz de Luna cortó el silencio, fría y directa—. Necesito hablar contigo.