—¡El equipo de Luna contra el equipo de Héctor! —anunció Yang, su voz resonando a través del silenciado campo de entrenamiento.
Luna entró con gracia al campo, su lobo sombrío apenas visible como una silueta oscura a sus pies, ondulando como tinta en el agua.
Sus «compañeros nobles», en realidad sus criadas, tomaron posiciones a los flancos.
El pájaro nube de una creó suaves volutas en el aire, mientras que el pequeño árbol que crecía desde el caparazón de la otra se balanceaba suavemente.
En las gradas, los estudiantes se inclinaron hacia adelante, ansiosos por presenciar el infame estilo de combate de Luna. Incluso las chicas nobles nuevas parecían prestar más atención, sus expresiones usualmente distantes mostraban indicios de interés genuino.
Héctor (líder del equipo de seguidores de Klein) manifestó su minotauro, cuyos cuernos brillaban amenazadoramente mientras tomaba la posición central. El poder de la bestia irradiaba en olas de agresión apenas contenida.