—¡Pero un día mi influencia tocará cada rincón del mundo! ¡Conoceré todos los secretos! ¡Todos ellos!
Algo sobre ver a la diminuta criatura reclamar que ocupaba una extensión de tierra tan enorme hizo que los chicos no pudieran dejar de reír.
—¡Hmph! —el hongo infló sus mejillas en lo que tuvo que ser la exhibición de indignación más adorable que jamás habían visto—. ¡Ren! No quiero estar delante de estos trogloditas burlones. ¡Me voy a volver dentro!
Sin esperar una respuesta, el pequeño hongo desapareció, regresando al cuerpo de Ren. Los hongos en su cabello brotaron y pulsaron una vez más con su brillo característico.
♢♢♢♢
—Bueno, ¿y ahora qué? —preguntó Liu, todavía sonriendo por la peculiar personalidad evolucionada de la espora—. ¿Cómo se supone que debes obtener tu segunda bestia?
—Es simple, —sonrió Ren mientras se acercaba al huevo de hidra que descansaba sobre su escritorio, su superficie cristalina capturando la luz del mañana.