La sala de interrogatorios era diferente de la elegante celda. Más pequeña, más íntima, con una mesa redonda que pretendía crear una falsa sensación de igualdad entre sus ocupantes.
La iluminación estaba nuevamente cuidadosamente dispuesta para revelar las expresiones faciales mientras las paredes zumbaban con la energía de las bestias detectoras.
Ren observaba a los cinco hombres sentados ante él. Le habían dado el tratamiento VIP, con la mayor cantidad de figuras importantes tratando de extraer información. Cada uno de ellos se comportaba de manera diferente; la autoridad los envolvía como capas de distintos pesos.
Sus hongos latían suavemente, capturando los matices en sus expresiones, las sutiles señales que traicionaban sus pensamientos.
Zhao fue el primero en hablar, su voz era cálida como la última vez que se habían visto. —Me alegra volver y ver que estás bien, Ren. Nos preocupaste cuando no despertabas —la preocupación genuina coloreaba sus palabras.