—¿Lo notas? —preguntó Larissa mientras observaba al grupo rodeando a Taro.
—¿Notar qué? —Luna rodó los ojos, fingiendo estar más interesada en sus apuntes que en la conversación.
—¡No finjas desinterés, ya es viejo! —Larissa sonrió y de repente abrazó a su prima.
—¡Larissa! —protestó Luna, sonrojándose mientras intentaba liberarse—. ¡Estamos en clase!
—Ya no... Y no te soltaré hasta que admitas que te has dado cuenta —canturreó Larissa cerca de su oído.
—Está bien, sí... lo he notado —murmuró Luna, su voz apenas audible.
—¿Y? —Larissa aflojó un poco su agarre, pero no la soltó completamente.
—Las... las dos bestias dentro de Taro —continuó Luna en voz baja, evitando mirar directamente a su prima—. Los patrones fluctúan muy bien entre ellas. Incluso... —se detuvo, como si considerara si debía continuar.
—¿Incluso qué? —Liora también se inclinó para escuchar mejor.