El grupo continuó la búsqueda, siguiendo el mismo patrón de rastreo meticuloso que Ren había demostrado. Bajo su guía, encontraron y derrotaron a dos acechadores de corteza más durante las siguientes dos horas, cada uno en una ubicación diferente pero siempre siguiendo el mismo patrón de camuflaje y comportamiento.
Para cuando terminaron de procesar al tercer acechador de corteza, casi tres horas habían pasado desde que comenzaron la cacería. El sol estaba alto en el cielo, indicando que aún quedaba una buena parte del día por delante, la luz dorada filtrándose a través del dosel superior.
—¿Suficientes materiales? —preguntó Taro mientras ayudaba a Ren a organizar los últimos componentes.
—Suficientes —confirmó Ren con satisfacción, sus hongos pulsando con tranquila complacencia—. Ahora podemos dirigirnos a la cueva.
—¿Vamos a hacer toda la cueva del acechador de sombra hoy? —se quejó Min teatralmente, aunque todos sabían que seguiría a Ren sin dudarlo.