En la arena, los tres estudiantes invocaron sus criaturas.
La araña tejedora de Han emergió primero: una criatura del tamaño de un perro grande, con un exoesqueleto blanco y ocho ojos relucientes.
El mono de Jun se manifestó en su cuerpo, cubriéndolo con un pelaje marrón rojizo, alargando sus brazos y haciendo crecer todos sus músculos. Aunque no eran particularmente grandes, claramente indicaban una fuerza considerable. Su postura también cambió sutilmente, volviéndose más primitiva y equilibrada.
Finalmente, Sora invocó a su ciervo: un elegante animal con pelaje de bronce pálido y astas ramificadas.
—¿Armas? —ofreció el auxiliar.
A diferencia de muchos equipos anteriores, los tres respondieron afirmativamente, cada uno seleccionando un pesado martillo del arsenal disponible. Las armas parecían casi cómicamente grandes en sus manos, especialmente en el agarre delicado de Sora.