El aplauso era ensordecedor, especialmente desde los sectores donde se encontraban los partidarios de la familia real. Larissa aceptó la ovación con gracia, aunque cualquiera que la observara de cerca podría notar que permanecía de pie más por orgullo que por su casi inexistente energía restante.
Cuando se retiró de la arena, intercambió una mirada con Liora desde la entrada opuesta. Las primas compartieron una sonrisa de entendimiento mutuo: lamentablemente, mañana tendrían que enfrentarse ya que sus cuadros estaban muy cerca.
—Las chicas realmente son algo especial —comentó Min mientras observaban a Larissa desaparecer por el túnel—. Si no se hubieran enfrentado, todas podrían haber llegado a la final, ¿verdad?
—Es muy probable —respondió Ren—, pero supongo que la suerte también es un factor importante... Yo mismo no quería enfrentarme a Taro tan pronto, pero mañana...
—¿Tendrás piedad de mí? —preguntó Taro, su voz traicionando un poco de preocupación.