Klein no rugió inmediatamente, como muchos esperaban.
En cambio, invocó completamente a su león dorado, materializando a la majestuosa criatura a su lado. El felino, ligeramente más grande que en su rango anterior, se erguía como un escudo viviente entre Ren y su domador.
Sólo entonces, cuando su bestia estaba completamente manifestada, Klein ordenó el rugido. El sonido reverberó por toda la arena, más poderoso cuando provenía directamente del león que cuando Klein lo canalizaba a través de su propia garganta. La onda de sonido conmocionante hizo vibrar el aire mismo, causando que varios espectadores se taparan los oídos.
Ren se fusionó con su hidra mientras el rugido, para sorpresa de muchos, apenas parecía afectarle.
Estaba completamente preparado...
Sus numerosas venas de luz delgadas palpitaban intensamente mientras invocaba sus características garras largas, preparándose para enfrentar al león en combate directo.