El temblor cesó, y las estructuras doradas regresaron a su estado pasivo y pulsante. La bioluminiscencia de la cámara volvió a su cálida y acogedora luz, la crisis había pasado tan rápidamente como había llegado.
Al menos para Lin y Ren…
«Ahí», confirmó el hongo con algo que sonaba sospechosamente como satisfacción. «Ahora retira tu mano lentamente y no rompas la sincronización hasta que todas las líneas se liberen de la esfera.»
Ren obedeció, retrocediendo con movimientos lentos mientras mantenía su respiración en perfecta armonía con el pulso de la cámara. La esfera que contenía el líquido dorado brillaba en sus manos.
«Lo hicimos», susurró a Lin cuando llegó a su posición. «Ahora podemos irnos, exactamente como entramos.»
Lin asintió, con los ojos fijos en la pequeña esfera dorada. «¿Eso es todo lo que necesitabas? Llevaste esa enorme mochila y parece... pequeña.»
Habían anticipado recolectar docenas, quizás cientos de hongos individuales.