Luna apenas había terminado la primera mitad de su rutina de entrenamiento matutino cuando unos pasos apresurados en el corredor destrozaron su concentración.
Su Lobo Devorador de Luz se agitaba inquieto bajo su piel, respondiendo a la tensión que de repente llenó el aire de su dañada casa familiar. La inquietud de la bestia era un sistema de alerta que había aprendido a confiar... Significaba que se acercaban problemas.
Los guardias más cercanos de su padre habían venido por ella, escoltándola con pasos apresurados hacia su oficina. Sus rostros llevaban las expresiones neutrales de hombres que entregan malas noticias.
—Luna. —La voz de su padre cortó el silencio.