Jun Wu Xie miró con calma al encantador hombre que desprendía un aura peligrosa —el mismo que afirmaba ser su Hermano. En el registro familiar del Palacio Lin nunca hubo un Jun Wu Yao. El hombre sentado en la silla era aquel que había salvado en la cueva aquel día, pero la única diferencia era que aquel par de ojos morados ahora eran negros como el obsidiana.
—¿Qué hiciste? —preguntó con una expresión helada mientras miraba amenazadoramente a sus ojos.
Jun Wu Yao le lanzó una mirada casual de reojo mientras apoyaba su barbilla, levantaba ligeramente las cejas y curvaba sus labios hacia arriba de manera burlona mientras miraba fijamente a esta presuntuosa muchacha.
—Devolver mi gratitud —respondió.
—No hace falta —replicó ella.
—Desafortunadamente, la elección no es tuya —le lanzó una sonrisa enigmática.
Jun Wu Xie frunció el ceño. ¡Este hombre es peligroso! ¿Qué método usó para hacer que incluso el gran Lin Wang lo reconociera como su propio nieto?
—¿Qué hiciste con la gente de mi Palacio Lin? —preguntó Jun Wu Xie.
Jun Wu Yao le sonrió levemente y levantó sus manos para revelar una pequeña serpiente parecida a un cabello enroscada alrededor de sus dedos. —No temas, solo dejé que estas pequeñas criaturas entraran en su cuerpo y modifiqué un poco sus recuerdos temporalmente. No lastimaré a nadie aquí, puedes estar tranquila —explicó.
El pequeño gato negro estaba completamente asombrado.
¿Qué clase de demonio había salvado su ama esta vez? Además, ¿esas criaturas negras parecidas a serpientes de cabello habían puesto sus instintos en máxima alerta! No se debían tomar a la ligera. ¿Podían entrar en el cuerpo de un humano y alterar los recuerdos de las personas?
—¿Es este gatito tu espíritu contratado? —preguntó mientras miraba divertido estudiando las variadas expresiones del gato negro.
—Eso no tiene nada que ver contigo —bufó ella.
—¿Por qué eres tan fría conmigo, mi querida hermana? —se rió entre dientes.
—Este lugar no es para ti, es hora de que te vayas —dijo. Sus pensamientos internos estaban en caos. Este hombre era demasiado peligroso. Nada bueno sucederá si él se queda en el Palacio Lin.
Justo cuando Jun Wu Yao bajó la voz y sonrió, una súbita oleada de poder se sintió mientras aquellas serpientes negras parecidas a cabello empezaban a danzar salvajemente en sus puntas de los dedos. —No seas tan desalmada, me salvaste, todo lo que quiero es vengarme de mis enemigos. Si ni siquiera puedes acceder a esta humilde pequeña petición mía, entonces solo me quedará destruir estas pequeñas cosas en el cuerpo de los de tu Palacio Lin. Es solo que... Si estas fueran destruidas a la fuerza desde dentro, me temo que podrían sufrir... Me pregunto qué será del Palacio Lin .
—¿Me estás amenazando? —Jun Wu Xie estrechó sus ojos.
—No, esto es una petición —respondió mientras curvaba sus labios hacia arriba.
¿Petición? Si ella no estaba de acuerdo, ¿él mataría a todos? ¿Eso se consideraba una petición?
—No te pongas tan nerviosa, es solo que temporalmente no tengo a dónde ir, cuando llegue el momento, me iré naturalmente. Antes de irme también me gustaría devolver tu amabilidad. Te aseguro que no lastimaré a nadie aquí —dijo Jun Wu Yao con una sonrisa.
—¿No matarás a todo el mundo cuando te vayas? —preguntó ella con una voz helada.
—No lo haré, cuando sea hora de irme, puedo prometerte que no lastimaré a nadie —respondió pacientemente.
—No es como si tuviera elección —dijo ella con frialdad mientras apretaba los dientes.
Jun Wu Yao se encogió de hombros.
Sabiendo que por el momento no podía deshacerse de este hombre peligroso, simplemente cerró los ojos para descansar y no le prestó más atención.
El pequeño gato negro estaba seguro de que por el momento no le pasaría nada malo a su ama. Dio un pequeño suspiro de alivio mientras saltaba con agilidad a la cama y se enroscó en el borde de la almohada de Wu Xie, pero mantuvo su vigilancia, ya que su par de ojos atentos nunca dejaron al hombre sentado en la silla.
Este hombre era muy, muy peligroso. Es la persona más peligrosa que jamás haya encontrado.