—¡Intrusos del Palacio Lin, morirán! —La década de represión contenida en Jun Qing estalló en ese momento en un baile hipnotizante con su espada, un rastro entrelazado de luz de luna reflejándose en la espada como plata líquida, tejiendo a través de las figuras sombrías en un instante.
Parados como si estuvieran enraizados al suelo, las sombras no tuvieron tiempo de reaccionar.
Se quedaron en asombro total, mirando a Jun Qing.
—¿El inválido que estaba sentado en la silla de ruedas acaba de matar a una veintena de sus enemigos en un instante? —Esa espada rápida y precisamente certera les caló hasta los huesos.
—¡Jun Qing no estaba inválido! ¡Era más rápido que nunca!
Solo podían mirar consternados mientras sus camaradas morían uno a uno, mientras el miedo helado se colaba en sus corazones.
—¡Búho Blanco! —Jun Qing invocó en un susurro, y de su anillo estalló un resplandor cegador. Un gran búho blanco se manifestó dentro de la luz y, con un chillido, se lanzó sobre los enemigos.
—¡El Búho Blanco Corroedor de Huesos! —El espíritu contractual de Jun Qing, del más alto séptimo nivel de poder espiritual, había extendido el miedo en batalla a través de las tierras.
—Durante diez años... Jun Qing había ocultado el espíritu de la gente, y la mayoría habían olvidado la existencia del Búho Blanco Corroedor de Huesos.
—Con su enorme envergadura de más de tres metros, levantó un sangriento torbellino entre los enemigos, ¡en el ojo de la tormenta!
—¡Maldición! ¡Las piernas de Jun Qing! ¿Cómo puede moverse así Jun Qing? ¿¡Qué está pasando!? —Las figuras sombrías gritaron mientras retrocedían ante el feroz asalto de la rápida espada de Jun Qing y la salvaje ferocidad del masivo búho. Con menos de la mitad de sus miembros restantes, huyeron en retirada.
—¡Aaaaaaah! —El primero de los enemigos en retirada gritó, y el grupo vestido de oscuro se volvió hacia el sonido del terror.
—Una magnífica bestia negra estaba con el cuello de una figura vestida de oscuro atrapado en sus masivas fauces, la brillante sangre roja corría libremente, salpicando todo el suelo.
—Craqueo.
La bestia rompió el cuello.
—Ninguno de ustedes saldrá vivo de aquí esta noche —posada sobre el lomo de la bestia, una hermosa muchacha joven declaró indiferente al grupo aterrorizado de hombres vestidos de oscuro, mirándolos con ojos fríos e implacables.
La bestia negra percibió la sed de sangre que emanaba de su dueña y se lanzó sobre el enemigo.
Con el rápidamente cegador Jun Qing a sus espaldas, el voraz Búho Blanco Corroedor de Huesos arriba, y la feroz bestia negra bloqueando su retirada, el grupo de hombres de negro cayó en una sinfonía de gritos. Incluso al borde de la muerte, no sabían qué les había golpeado.
El Palacio Lin estaba en declive, ¿cómo siguen siendo tan fuertes?
Casi cien hombres de negro fueron masacrados en un abrir y cerrar de ojos, el olor penetrante de la sangre colgaba pesadamente, el suelo cubierto de cuerpos, convirtiendo el otrora tranquilo y sereno patio trasero en una escena del infierno, un espectáculo horrible de contemplar.
—¡Wu Xie! ¿Estás bien? —habiéndo matado a todos los enemigos, Jun Qing miró inquisitivamente a su sobrina posada sobre la bestia masiva, los ojos iluminados con asombro.
El búho blanco descendió, enganchando sus garras sobre un cadáver, y giró su cabeza, observando la montura de Jun Wu Xie.
—Estoy bien, Tío. ¿Estás herido? —preguntó Jun Wu Xie.
—Tomará más que esta basura para herirme, debo decir que me siento menospreciado —Jun Qing gestó hacia la bestia bajo Jun Wu Xie, los ojos brillantes de fascinación, y preguntó:
— ¿Y, esto es...?
La bestia negra se parecía mucho a un pantera, pero al inspeccionar más de cerca, era más grande, más voluminosa y musculosa, y sus orejas eran puntiagudas, a diferencia de las redondeadas de una pantera.
—Miau —un suave maullido sonó desde la imponente bestia negra con sus babeantes fauces colmadas.
Jun Qing se quedó atónito de asombro.
—Este es Pequeño Negro, ya lo has visto —explicó Jun Wu Xie.
—... —mirando atrás a los tiempos cuando Jun Wu Xie había estado llevando al pequeño gato negro en sus brazos, Jun Qing no podía creer que la masiva bestia que estaba frente a él y aquel pequeñito gatito fueran uno y el mismo.