El Emperador temblaba al ver a Mo Xuan Fei tendido en el suelo, sentía como si su corazón hubiera sido apuñalado por un cuchillo.
No podía negar que cuando Mo Xuan Fei había invocado al León Dorado, se sintió eufórico y pensó que tenían una gran oportunidad de ganar.
Sin embargo, cuando vio la amarga lucha que este sostuvo, y cuando comenzó a ser devorado por la bestia negra de Jun Wu Xie, se le hundió el corazón y un mal presentimiento se agitó en lo más profundo de su ser.
—¡Jun Wu Xie era el diablo encarnado!
El Emperador ya no la veía como a una persona normal, era capaz de lograr tanto a tan temprana edad y planificar las cosas hasta tal punto que su plan de forzarlo a abdicar no era algo que una niña de catorce años pudiera lograr. Más aún, su bestia negra era capaz de devorar al León Dorado...
—¡Ella simplemente no era humana! ¡Era un demonio!